Cada cierto tiempo se vuelve viral el desafío del hoyo flotante en un driving range de Nueva Zelanda, que premia con 10 mil dólares a quién lo consiga. Pero más allá de la anécdota, el golf en Chile puede sacar muchas lecciones de la experiencia en Nueva Zelanda.
Tanto Nueva Zelanda como Chile son conocidos por su impresionante belleza natural. Nueva Zelanda es famosa por sus paisajes espectaculares, que incluyen montañas, lagos, fiordos y playas de arena blanca. Chile, por su parte, cuenta con una geografía diversa que incluye el desierto de Atacama, los Andes, los lagos y glaciares de la Patagonia y la misteriosa Isla de Pascua, entre otros muchos encantos. Ambos países ofrecen una amplia variedad de paisajes que atraen a los amantes de la naturaleza y el ecoturismo. So muchos quienes afirman que varias películas que se han filmado en NZ podrían perfectamente haberse hecho en CL, como «El Señor de los Anillos» y varios otros éxitos de taquilla.
Pero en lo que somos distintos, es en el golf. El deporte más practicado a nivel nacional en Nueva Zelanda, es el golf. En Chile es apenas conocido por la mayoría y es practicado por una pequeña minoría. Nueva Zelanda cuenta con más de 380 campos de golf y más de 250.000 de sus sobre 5 millones de habitantes, lo practican. En nuestro país no llegamos a las 100 canchas y existen apenas 25.000 golfistas federados, sobre nuestros más de 18 millones de habitantes.
La diversa geografía de Nueva Zelanda, caracterizada por colinas onduladas, costas vírgenes y exuberante vegetación, se presta perfectamente para la creación de impresionantes campos de golf. Desde los mundialmente famosos Kauri Cliffs en Bay of Islands, hasta los pintorescos Cape Kidnappers en Hawke’s Bay, el país cuenta con una impresionante variedad de canchas que atraen a golfistas de todas partes. Chile tiene los mismos, sino más, atributos geográficos.
La accesibilidad de estas canchas es otro aspecto crucial. La población relativamente pequeña de Nueva Zelanda significa que no importa dónde residas, es probable que tengas un campo de golf al alcance de la mano. Esta accesibilidad, junto con la belleza de los campos, ofrece una experiencia única y placentera tanto para los ávidos golfistas como para los entusiastas ocasionales. Acá en cambio, las mayoría de las canchas se concentra en la Región Metropolitana y, al mismo tiempo, en sectores acomodados y con acceso exclusivamente para socios, salvo honradas excepciones. En Nueva Zelanda los clubes de golf de todo el país ofrecen varias opciones de membresía, creando oportunidades para que personas de todos los ámbitos de la vida se involucren con el deporte. Además, el auge de los campos públicos y de pago ha hecho que el golf sea aún más accesible, lo que permite a las personas probar el deporte sin necesidad de ser miembro del club. Aquí sólo contamos con una cancha de acceso público, pero precios muy altos, lo que la hacen muy restrictiva, y sólo algunos clubes con acceso para no socios, pero muy alejados.
El romance de Nueva Zelanda con el golf se puede atribuir a una combinación de factores, que incluyen la accesibilidad y la belleza de sus campos, la naturaleza inclusiva del deporte, las oportunidades sociales y de creación de redes que brinda, y los beneficios generales para el bienestar mental y físico. A medida que más personas descubren los placeres del golf, la popularidad del deporte continúa aumentando, consolidando su lugar como la actividad deportiva más querida de Nueva Zelanda. Estratégicamente, el país ha decidido impulsar el golf y les ha dado resultados.
En Chile estamos próximos a vivir los Juegos Panamericanos 2023, donde el golf será una de las disciplinas protagonistas, encabezados por Joaquín Niemann y Mito Pereira con serias aspiraciones a llevarse medallas y, por qué no, repetirlo de nuevo en los Juegos Olímpicos de París 2024. Es quizás el mejor momento para planificar y construir un legado histórico para el desarrollo del golf en Chile. La experiencia de Nueva Zelanda nos puede ayudar a imaginar cómo construirlo. Está por verse si nos ganamos el premio.